3 de agosto de 2015

Los hornos de cal (Caleiros), un trozo de la historia de Asturias

La cal que levantó Asturias
Horno de cal humeando. Los “Caleiros” En las zonas de sustratos ácidos en Asturias, eran hasta principios del s.XX imprescindibles para obtener cal para labores de construcción y como "enmienda" para los suelos cultivados. Foto Archivo.
La declaración como bienes de interés cultural de 31 hornos tradicionales rescata una joya etnográfica que aportó materia prima de albañilería y abono durante siglos
El Caleiro d´A Cruz, en Ouria, Taramundi. La Nueva España.
La Nueva España.
Los hornos de cal levantaron Asturias durante siglos. Los más veteranos de determinadas zonas rurales de la región aún los recuerdan humeantes. De aquellas tripas salía la materia prima para la elaboración de morteros y para el abono de tierras. La huerta y la casa, alimentadas por los hornos que requerían cantera de piedra y combustible en forma de leña de monte bajo. El tercer ingrediente, el tiempo. La mayoría de los cientos de hornos de cal que funcionaron en Asturias está hoy perdida. Muchos de los que quedan lo hacen en precario, comidos por la vegetación. 

2 de agosto de 2015

La costa asturiana esconde un puñado de restos arqueológicos

El islote del tesoro y otras estrellas de mar
Playa de Bañuges en Gozón (Asturias). El Comercio.

Del pecio de Bañugues a los cañones del Eo, la costa asturiana esconde un puñado de restos arqueológicos, algunos pendientes de estudio, en un mar "complejo y poco propicio para la conservación"
Ruta de la historia sumergida. La Nueva España.
La Nueva España (enlace 1 - enlace 2).
El barco, quién sabe si un mercante, naufragó un día de junio de 1698 al Oeste de la ensenada de Bañugues, en Gozón, a unos doscientos metros mar adentro, tal vez contra el islote de El Corbiro. Lo que queda de él son centenares de bolas metálicas de munición, un surtido de bombas y cargas de artillería y cuatro cañones, uno de los grandes hitos en la escasa red de vestigios submarinos del Cantábrico asturiano. Tal vez sea aventurado reconstruirlo así, pero a Adolfo Rodríguez Asensio, director general de Patrimonio Cultural del Principado y especialista en arqueología subacuática, le ha gustado imaginar que la historia que duerme bajo el mar de Bañugues es la de un barco que tal vez pudo haber sucumbido "a la rucha", una singular práctica de piratería de la época, de tradición irlandesa, que consistía en el encendido en tierra de hogueras que hacían de "faros artificiales" para confundir a los barcos en la oscuridad y provocar naufragios que facilitaran el saqueo. Con las evidencias disponibles no se puede asegurar que haya pasado, pero si no es cierto está bien armado, "Ir a la rucha" fue el título y el argumento de un documental submarino sobre el pecio.

1 de agosto de 2015

Un tesoro que cuenta la historia de seis siglos "CASA DE MIRANDA-VALDECARZANA"

Poder e intrigas de una familia señorial
El vasallaje era un pacto entre dos miembros de la nobleza de distinta categoría. El caballero de menor rango se convertía en vasallo del noble más poderoso. Feudalismo en la Edad Media.
El archivo de la Casa de Valdecarzana-Miranda es uno de los más antiguos que se custodian en Asturias. (Ver art. del blog "Las momias de Teverga" de fecha16 de junio de 2013)
El Palacio de Miranda-Valdecarzana en Grado. WIKIPEDIA.
Está prácticamente completo (falta una pequeña parte que debe estar en manos privadas) y se guarda en el RIDEA (Real Instituto de Estudios Asturianos) y en el Archivo Histórico de Asturias. Está formado por 63 cajas desde los siglos XIII al XIX de las cuales en el RIDEA hay 45 cajas y en el Archivo 18 y dos libros. La directora del Archivo Histórico Concepción Paredes Naves cree que debido a la estrecha colaboración entre ambas instituciones en un futuro no sería difícil negociar la reunificación de todo el archivo. La Casa de Valdecarzana procede de una rama de la casa de Quirós, la más antigua de Asturias. El primer señor de Valdecarzana que se conoce fue Gonzalo Bernaldo de Quirós por merced concedida por Enrique II en 1372. El nombre se incorpora al linaje de los Miranda y sus sucesores a partir de Diego Fernández Miranda. El décimo sucesor, en línea directa, es Sancho de Miranda Ponce de León, que será el primer marqués de Valdecarzana, en 1639. Los mayorazgos del linaje residían en Asturias hasta el tercer marqués, Sancho de Miranda Trelles, que al casarse en Madrid con la condesa de Escalante decide traslada su casa en 1717 a la capital del reino. En la Corte solo pervivieron dos generaciones más y en 1780, esta línea troncal se extingue sin descendientes.

29 de julio de 2015

La "triste" historia del astillero juliana Constructora Gijonesa

Cuando la Constructora hacía barcos
Años 1952/1954 - Monte Coroña antes de construirse Juliana Constructora Gijonesa. Facebook - Juliana Constructora Gijonesa. 
En el año 2010 el astillero “Juliana constructora”, de la bahía de Gijón bajó el telón de una actividad industrial que se inició frente a la mar de El Natahoyo en 1888
El vapor «Antonio López», el primer barco de Constructora Gijonesa, listo para su botadura en la grada del astillero. La Nueva España
La Nueva España
Con la segunda pleamar del 27 de abril del año 2010, salió de Factorías Juliana, en El Natahoyo, el casco del cementero «Cristina Masaveu», el último barco construido en Juliana, (el único astillero que quedaba en Gijón en aquella época), para ser rematado en las instalaciones navales cántabras de Astander. Juliana entró en concurso de acreedores en mayo de 2009 con una deuda de 60,07 millones de euros, que se incrementará (aproximadamente) en otros 41,1 millones cuando se materializó la cancelación de su último buque contratado, el 535. El 8 de octubre del año 2010, el Juzgado de lo mercantil número uno de Oviedo daba paso a la liquidación de Juliana, con una deuda acumulada de 105 millones de euros. Principio del fin, de un astillero nacido en 1911 en el seno de la empresa Constructora Gijonesa. La liquidación judicial de Factorías Juliana terminaba con un siglo y medio de historia industrial en la bahía de Gijón, como remate a la reconversión de los años ochenta. La ciudad de Gijón asistiría estupefacta a la culminación de una historia industrial que se inició hacia 121 años a la vera de la mar de El Natahoyo, entonces parroquia de Jove.